Gastronomía

Gastronomía

La visita al municipio de La Vecilla no se cerraría satisfactoriamente sin un punto de pausa para sentarse ante una mesa y conocer su gastronomía.

El buen comer (y el buen beber) forman parte indivisible – nadie lo pone en duda – de la cultura, si se interpretan en clave de respeto a las tradiciones de la zona, del gusto por las cosas bien hechas.
Este sentido cultural de la gastronomía entronca la oferta de La Vecilla con las costumbres milenarias de monte y de ribera, los sublimes cocidos y las sopas de ajo, los embutidos del país, la tortilla paisana o la cecina del rumbo norte. Como especialidad extraordinaria hay que citar el pan de la comarca, que merecería gozar de denominación de origen.
Oferta casera y seria, ambiente acogedor y trato amigo son los condimentos que se añaden aquí al acto ritual de comer y beber.

Camilo José Cela * dio fe de ello, en su libro “Memorias, entendimientos y voluntades”, recordando su estancia en la Fonda Ricardo, en plena guerra civil, donde llegó para restablecerse de una afección pulmonar.

“Mi tío Pío, con muy buen acuerdo, me residenció en La Vecilla, donde comí, mejor dicho, devoré como jamás lo había hecho en mi vida… Voy a poner aquí uno de mis menús vecillenses (…) Desayunaba tres huevos fritos con panceta, morcilla o chorizo, según los días, o a elegir, un plato sopero de papas de harina de maíz con un dedo de azúcar encima, dos tazones de café con leche, uno mojando tostadas de pan de mollete con mantequilla o veinte galletas de María Artiach, y dos manzanas y dos plátanos…”

Don Camilo se despachaba a gusto. ¿Quién había dicho que 1.937 / 38 eran aquí los años del hambre? Hoy ya no existe la Fonda Ricardo, pero otros establecimientos igualmente acogedores han tomado el relevo en la tarea de dar de comer al hambriento y beber al sediento.