Cultura inmaterial

Oralidad, romancero, legendaria y música tradicional

La cultura de la oralidad tuvo aquí un desarrollo extraordinario, aglutinada alrededor del fenómeno de los “Filanderos”, típicamente leonés. (También conocido como “Hila”, “Filorio”, “Calecho”, etc.) En este foro múltiple de laboriosidad y esparcimiento florecieron romances y leyendas, cuentos y canciones, que aún hoy día asombran por su belleza y variedad.

De este tesoro de la cultura tradicional se han ocupado felizmente varios autores de ámbito nacional, como Menéndez y Pidal, (lingüística y tradiciones), Miguel Manzano (cancionero), Diego Catalán y José Luis Leicea, (romances ) o Julio Camarena (cuentos), entre otros.
Generalmente los filanderos se celebraban en algunas casas de los pueblos, entre noviembre y mayo, cuando habían finalizado la mayor parte de los trabajos agrícolas, y el mal tiempo no daba espacio para otras labores. La salida hacia la diáspora de los indianos, y finalmente la guerra civil, arrumbaron esta ancestral costumbre rural. Por tanto la mayoría de las personas aún vivas no tuvieron ya la ocasión de participar. Serían niños de corta edad en el momento de su extinción.
No es cuestión de mitificar las consecuencias de aquel foro, sino reconocer su función transmisora no encomendada a la escritura, y particularmente el legado musical del romancero, imposible de comprender sin esta aportación.

En el territorio de la Mancomunidad se encuentra aún la última generación de ancianos que asistió a filanderos, donde los protagonistas eran sus padres y abuelos. Pues el acto de “hilar” era asumido por las mujeres, pero los hombres acompañaban con su presencia y participaban en el “oficio del contar”. Los niños solo fueron asistentes ocasionales, y sus recuerdos se han mantenido por personas interpuestas. El eslabón generacional se extiende, por tanto, a un mínimo de cuatro o cinco generaciones, si contabilizamos la actual. De ahí su indudable valor y el servicio que la memoria de estos últimos ´actuantes´ aporta al rescate de esta cultura de la oralidad, de enorme antigüedad y belleza.

Los romances. Un fruto maduro del filandero

No se concibe el romancero sin la correa transmisora de la voz, e incluso del canto. Pues un romance sin música es tan incompleto como la sola melodía sin el texto. Y de esta indisoluble unidad se hicieron eco durante generaciones los asistentes al filandero.
En el trabajo de Diego Catalán, Julio Camarena y otros recopiladores, titulado “Romancero General de León”, cuyos dos tomos publicó el Seminario Menéndez Pidal y la Universidad Complutense de Madrid, en el año 1991, se encuentra una fabulosa selección de romances pertenecientes al territorio de nuestra Mancomunidad. Pueden consultarse allí, aunque es de lamentar que los autores no recogen las músicas, sino exclusivamente los textos, lo cual mutila y empobrece nuestro romancero.
Idéntica carencia observamos en los dos tomos titulados “Voces nuevas del romancero castellano-leonés”, dirigida por Suzanne H. Petersen, de la Universidad de Washington (USA).
José Luis Leicea realizó una interesante labor de afloración de romances de los ríos Torío, Curueño y Porma, en un trabajo publicado por la revista “Tierras de León”, bajo el título de “Viaje al romancero de Los Argüellos”. Pero también él se limitó a los textos.
Ángel Fierro intentó, a pequeña escala, corregir este vacío, en su “Romancero de Arbolio. Viaje a la memoria”, donde anotó cincuenta y cuatro versiones de romances, la mayoría musicalizadas, con las anotaciones sonoras originales. Pero es mucho lo que resta por hacer, en este terreno.

Una prueba de la vigencia de la literatura oral es la moderna recreación de los “filanderos” que vienen realizando por todo el mundo los conocidos escritores leoneses Juan P. Aparicio, Luis Mateo Díez y José Mª Merino.
En cuanto a los romances del territorio, hay que señalar que su recopilación incluye todos los géneros. Y, finalmente, el hecho venturoso de que un romance del territorio de La Mancomunidad, (“La Dama de Arintero”), es el que más versiones y mayor difusión ha alcanzado en el panorama romancístico español.
Sus vicisitudes parten de un entronque histórico, que magnificado por el recuerdo popular, dio lugar a la enorme variedad de romances conocidos como ´la doncella que se fue a la guerra´. Hay más de cuarenta versiones conocidas de este romance, incluidas las de judíos sefardíes. La estela de esta Dama argollana quedó inmortalizada en la heráldica de dos pueblos de esta Mancomunidad: Arintero, en el municipio de  Valdelugueros, donde existe su Casa solariega y La Cándana, en el municipio de La Vecilla, donde murió.
De entre las múltiples versiones del romance, nos permitimos iniciar la del propio pueblo de Arintero (que consideramos la más pura, tanto por razones literarias como históricas). Dicha versión comienza:

“Un día del mes de junio,
cuando más calienta el sol,
que los trigos echan caña
y los campos crían flor…”

Por lo que respecta al nombre de La Dama, el novelista Jesús Fernández Santos no acierta a descifrarlo, si nos atenemos a su novela “La que no tiene nombre“, dedicada a esta heroína. El romance lo dice, sin embargo, con la belleza de lo auténtico:

– “Si he de ir a la guerra, padre,
¿cómo me he de llamar yo ?
– “Oliveros, hija mía,
Oliveros, blanca flor“ …

El cuento y la leyenda. Dos realidades de lo onírico

En paralelo al desarrollo de los romances, floreció en los “filanderos” el hábito de contar cuentos y enunciar leyendas. Es realmente en los territorios rurales donde la imaginación toma carta de naturaleza con mayor libertad, para hilvanar supuestos acaecidos o imaginaciones ancladas en un entorno mágico (el paisaje, las creencias, la sublimación de la realidad).

Estas narraciones avecindadas en lo onírico circularon durante generaciones en forma de cuento o leyenda, con una delgadísima línea separadora, que los críticos se afanan por deslindar.
De los cuentos y la legendaria hay una amplia literatura, cuya relación daremos en el apartado de Bibliografía. Algunos temas son absolutamente autóctonos; otros están imbricados en el imaginario popular leonés del mundo rural, con las particularidades que les conferían los narradores en cada caso.
Podemos hacer referencia a las leyendas del tipo mágico-esotérico, entre las que podríamos catalogar la leyenda de los “Duendes de Tolibia”, de la que se ocupa Julio Llamazares en su libro “El río del olvido”. Y de tipo mágico-pastoril  recogidas por Isaac González, de Redilluera, que dejamos inventariadas en la pestaña CREATIVIDAD Y MEMORIA. (Clasificaciones simplemente voluntariosas, sin ánimo científico)

Esta breve incursión por las manifestaciones culturales de carácter oral, conservadas aquí en un extraordinario ejercicio de memoria, y en vías de recuperación y documentación definitiva, son uno de los tesoros ocultos del territorio.
Alcanzan, por sí mismas, tal relieve y valor que certifican el carácter de ´territorio cultural´ del que se enorgullece esta Mancomunidad.

Música tradicional

Dentro del patrimonio cultural de la zona hay que resaltar la importancia de su Música tradicional: las canciones populares de todo tipo que acompañaron los aconteceres de la vida comunitaria.
Los municipios de la Mancomunidad han resultado ser particularmente ricos en esta manifestación del folklore tradicional, y sus músicas ancestrales despertaron el interés y la admiración de los musicólogos, desde que esta moderna disciplina tomó a su cargo la recuperación de este importante legado.
Estudiosos e intérpretes se han hecho eco de esta riqueza, de la que damos aquí un somero repaso, como simple introducción a la materia.

El espacio de la música tradicional

Puede afirmarse que el “Cancionero” tradicional abarcó todo un universo de tonadas transmitidas de viva voz, de las que solo algunas alcanzaron la salvación del pentagrama o de la moderna grabación que las rescata del olvido.
Su variedad y calidad asombró incluso a principios del siglo XX al gran maestro Menéndez Pidal, así como al musicólogo zamorano Miguel Manzano, una de las mayores autoridades en la materia, quien recogió aquí a partir del año 1984, piezas ya desconocidas en otras latitudes, agrupándolas en Bailes, Rondas, Canciones ceremoniales y de trabajos, Canciones de cuna, Retahílas, Romances y un completo Cancionero religioso, que cubre todo el Año Litúrgico.

En este capítulo merecen resaltarse las celebraciones del misterio de la Navidad, tan singulares como bellas, los cantos del Ramo o las ceremonias de las Bodas.

La recuperación de la música tradicional

La recuperación del folklore musical tradicional comenzó muy pronto, con los trabajos de D. Ramón Menéndez Pidal, pero fue a través de diversos musicólogos cuando las canciones pudieron ser recogidas y anotadas en pentagrama:

  • Venancio Blanco (1863 – 1933). “Mil y una canciones populares de la región leonesa”
  • Manuel Fernández Núñez (1883 – 1952). “El Folklore leonés”
  • Eduardo G. Pastrana (1895 – 1952). “La montaña de León. Cien canciones leonesas”
  • Miguel Manzano. “Cancionero leonés”

Es precisamente en esta monumental obra, emprendida por el malogrado Ángel Barja +, y editada en seis tomos, donde se han aflorado más tonadas de los pueblos de nuestra Mancomunidad. La suma de piezas recogidas en los seis municipios que la integran puede acercarse a un tercio de la obra, aunque los encuestadores dieron preponderancia a la región del Bierzo leonés.

Nuevos buceos en la memoria musical

Pero este ingente trabajo no agotó el repertorio. A lo largo de más de veinte años, Ángel Fierro se ocupó de recoger todo tipo de manifestaciones literarias (y también musicales), de las comarcas de Los Argüellos y la Real Encartación de Curueño.

Como resultado de este trabajo de campo, Ángel Fierro identificó, recogió y transcribió en pentagrama un total de 431 tonadas, que mantiene en sus archivos, y cuya afloración pública se viene realizando desde hace ya diez años. Más de la mitad de este material no había sido recogido por Miguel Manzano, en su ´Cancionero leonés´. Su trabajo ha podido resultar modesto en lo musical, pero decididamente enriquecedor en lo literario, al profundizar en los textos originales que acompañaban las melodías.
Queda aún bastante por aflorar. Pero la edad de los últimos depositarios de la memoria musical dificulta cada vez más las posibilidades del rescate, y está a punto de quedar interrumpida la cadena de la oralidad.

Intérpretes y futuro

Vamos a resaltar aquí la importante labor de reacondicionamiento de canciones realizada por el compositor y organista Adolfo Gutiérrez Viejo, en su serie de “Super Flumina”, dedicada a las cabeceras de los ríos.
Diversos grupos de “folk leonés” incorporan a su repertorio tonadas de los pueblos de la Mancomunidad, en interpretaciones de diverso valor etnográfico y musical, aunque con un evidente impacto didáctico. Señalaríamos, entre ellos, al Grupo “Aldaba”, el antiguo “Yerba del Campo”“Son del Cordel” y el interesante conjunto “Pandetrave”, o el más moderno “Calle Ancha”.

Como una labor divulgadora del cancionero y romancero tradicionales, se formó en Cármenes un Conjunto vocal e instrumental, que lleva varios años ofreciendo conciertos de música autóctona en diversos pueblos de la zona, incluido el Auditorio Ciudad de León, donde actuó en dos ocasiones. La Agrupación se denomina ´Flor del Viento´ y en el verano del año 2001 efectuó la primera grabación de un concierto en directo, celebrado en la iglesia parroquial de Villamanín.
Desde entonces, su labor ha ido creciendo en ambición y calidad, mediante la dignificación de las melodías, con arreglos orquestales, en encargo a prestigiosos solistas de su dicción y el uso de amplios coros colaboradores de “Flor del Viento”, como el “Coro Lírico de Oviedo” o el “Coro Vegazana” de León.

La discografía de “Flor del Viento” es la siguiente:

2001.- Concierto de los ríos de Arbolio
2002.- Concierto de los montes de Arbolio
2003.- Concierto de los pueblos de Arbolio
2004.- Arbolio. Flor del Viento (Concierto en el Auditorio de León, con “Los Virtuosos de
Moscú”. Libro y DVD conmemorativos).
2006.- Romances de Moro Qil (Doble CD, con los coros “Vegazana” y “Lírico de Oviedo”)
2007.- Cantos del Alto Curueño
2008.- Cantos del Alto Torío
2009.- Cantos del alto Bernesga
2010.- Cantos de las cabeceras de los ríos.
(Se presentan en esta publicación veinte tonadas de cada uno de los ríos de Los Argüellos, armonizadas y con acompañamiento orquestal del compositor Jesús Ángel Rodríguez Recio).

Con estas aportaciones discográficas y documentales, “Flor del Viento” ha rescatado para la posteridad más de cien tonadas de las cabeceras de los ríos leoneses.

En la Mancomunidad hemos hecho nuestros deberes musicales. El futuro está abierto.

Que cada río aguante su música.