La flor del Gallo para la fiesta Sacramental (Isaac-González)

La flor del Gallo (Retama) (Isaac-González)

Manolo Díez, un vecino de Redilluera, situó en las alturas de los picachos de La Morala y Carrizal unos altos mojones de piedras superpuestas, que, como vigías del viento, son visibles desde todos los puntos cardinales. Son la primera señal de identidad de este pueblo antiquísimo, asentado a la orilla del río de Lora, (de nuevo un nombre celta), en camino del paso de Busticésar.
En Redilluera, la llamada de la historia resulta sobrecogedora. Varias labras heráldicas se diseminan por sus muros y caserones, de donde otras varias fueron expoliadas. Un torreón cilíndrico, a la entrada del pueblo, daba cobijo a un antiguo mayorazgo, cuya memoria se perdió en la guerra, con la quema de sus legajos. En la zona alta dice la tradición que se alzó otro torreón de vigilancia. Don Elías López Morán, el sociólogo de Canseco, afirmaba en el año 1900 que las Ordenanzas de Redilluera eran las más antiguas y completas de las tres Tercias de Arbolio…

Remate de un pical. Redilluera. (Isaac-González)

Remate de un pical. Redilluera. (Isaac-González)

Todo se ha evaporado… excepto la señal de la piedra, que continúa impertérrita señalando el camino de La Calzada, los apellidos de la nobleza del lugar, la datación de su iglesia del románico popular, mediante losa grabada que se empotró en la subida hacia el campanario.
Pueblo que consideramos de altura, por su emplazamiento a 1.300 m., dista 5,0 kilómetros de la cabeza del municipio. Su nombre está, por esta vez, ligado al agua, con meridiana nitidez: Viene de los vocablos celtas ´redi´(río) y ´lluera´ (amontonamiento de piedras), y significa, por lo tanto, río de montaña.

Pero aún no ha terminado el paso de la historia por este enclave tan rigurosamente aislado de la geografía, en el que muere la carretera. El mismo Manolo Díez, que pobló las cumbres de modernos menhires, ha ido acumulando en su amplia casa de piedra, una impresionante colección de utensilios y aperos del antiguo sistema de la autarquía.
Todas las herramientas de la ganadería, el laboreo del terreno, el utillaje del hogar, la incipiente maquinaria de la hilatura, el armamento de cazadores, carpinteros, herreros, techadores de paja o segadores …. han sido recogidas amorosamente, en proceso de años, por este enamorado de sus raíces, para formar un inventario del ancestral sistema de vida. Hoy nos parece tan efímero como un vuelo de pluma, pero no ha de olvidarse que su vigencia abarcó, casi sin evolución, miles de años, y que alcanzó la etapa de nuestros padres y abuelos, una generación aún viva al día de hoy.

Este museo a la memoria, no decadente o nostálgico, sino respetuoso con la historia, es una iniciativa meramente particular. Merece, por sí misma, el reconocimiento y el aprecio de cuantos opinamos que jamás el futuro podrá ganarse a espaldas del pasado.