Valverde de Curueño

Valverde de Curueño. Pueblo

Valverde de Curueño. Pueblo

Idílico paraje, en la caída del valle hacia el Curueño, al que los cerezos encienden en primavera las brasas de su almíbar, iluminando los ribazos. Así lo vio Julio Llamazares, en su camino por los contornos del río del olvido, cuando ascendió la mal llamada Collada de Valdeteja, cuyo nombre correcto es el de Ubierzo, aunque topógrafos y toda especie de manipulaciones lo tergiversen.

Así, llegando Julio a las casas de Valverde, quedó suspenso en la entrada del pueblo, donde se tropezó con un chico estudiante – por las señas debía ser Miguel Ángel – y mientras conversaban advirtió:

“Bajo el fulgor del sol los huertos resplandecen y los árboles se doblan rebosantes sobre los tejados de las casas y sobre los palenques y los cables de la luz y del teléfono. Guindos, cerezos, manzanos, perales y nogales se alternan y entremezclan en los huertos perfumándolos y llenándolos de luz, y de un sinfín de aromas y colores confundidos. Un espectáculo frutal y un aluvión de aromas y colores que solo el estudiante y el viajero pueden ver, pues a esa hora en Valverde todos duermen…”

Si Julio hubiera subido a Las Cancheras, habría podido ver todo el espectro de la estructura del verde, la rara concordancia de sus gradaciones con el rojo desvaído de los tejados y el fulgor apagado de las calizas que lo envuelven, cerrando el horizonte.

Si Julio hubiera caído por la iglesia, se habría topado con una rústica orfebrería de arbotantes, que los canteros del lugar adosaron al templo para sustento de las bóvedas.

Si hubiera entrado en ella, habría admirado un antiquísimo pendón concejil, con la disposición particular de las bandas de La Encartación del Curueño, a cuya hermandad perteneció Valverde durante varios siglos. Y hubiera visto, en fin, amontonados sobre la pila bautismal, hasta cinco cuadernos repletos del cancionero religioso, cuya belleza, originalidad y extensión no tienen réplica en sitio alguno.

Del cancionero profano, igualmente rico, se ocupó en profundidad el musicólogo Miguel Manzano, quien dejó transcritas ¡más de cincuenta melodías de Valverde!

La interminable estela de sus canciones tiene tradición milenaria, si pensamos que en el año 999 un documento leonés cita el pueblo como ´Vallis viridis ad Curonium´,la mención más antigua que conocemos sobre un poblado en estos contornos.

Valverde está a 1.260 m. de altitud y a 11,0 kilómetros de Lugueros, y tiene como más bella tradición ´El ramo de la Virgen´, que se reitera cada año el 9 de septiembre.
Subid a verlo. Es un enclave inolvidable.

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